26 de octubre de 2009

Emogénica Teatro
cerebro: teatro de las emociones

El cerebro: teatro de las emociones.

"El público comprende siempre cuando se le emociona". Jacinto Benavente

“Hay que confiar en Shakespeare, él ya ha estado ahí”, dice Antonio Damasio al referirse a la distinción que puede hacer la ciencia entre emociones y sentimientos. Hacia el final de la obra Ricardo II, cuando la corona ya está perdida y se acerca la posibilidad de la prisión, el personaje, venido a menos, delinea la diferencia entre estas dos categorías. Pide un espejo, observa su rostro y analiza los estragos. Nota que “la forma exterior de los lamentos” que se expresa en sus facciones es tan solo “una sombra de una aflicción invisible”, un dolor que se “expande en silencio dentro del alma torturada”.

Damasio señala que en unas cuantas líneas Shakespeare ubica dos escenarios en el rostro de Ricardo II: el externo, que corresponde a las emociones, y el interno, a los sentimientos. Usualmente, la palabra emoción tiende a abarcar los sentimientos, pero resulta que cuando la ciencia quiere entender los sustratos neurofisiológicos de estas experiencias es adecuada la distinción: las emociones actúan en el teatro del cuerpo, los sentimientos en el teatro de la mente. No hay que malentender, están íntimamente ligados, pero para fines de estudio este análisis resulta pertinente.

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