
Desde finales del siglo XIX se gesta el movimiento realista en los dramaturgos más importantes de todo el mundo y de la mano del realismo camina con gesto de preocupación el naturalismo. Los textos y la dirección escénica intentan reflejar la cotidianeidad del ser humano, las grandes épicas y epopeyas ya son cosas del pasado, ahora los héroes luchan por controlar no a bestias míticas sino si al día a día y los sentimientos conflictivos que aquejan al siglo que muere. Este movimiento es la plataforma perfecta para que un maestro establezca lo que será la técnica fundamental del actor, será el primero en codificar un método.

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